La historia de mi vida ha estado ineludiblemente ligada a la desventura, al padecimiento de situaciones dolorosas, de situaciones que me enfrentan a la realidad humana de maneras que jamás hubiese sospechado. En esa constante, en miles de ocasiones he querido indagar por el origen de mi karma, no obstante, la vida misma me ha dada los respuesta. De cada una de estas circunstancias y previo un duro proceso de aprendizaje, he salido fortalecida, he afrontado mis más grandes miedos y he acumulado valiosas lecciones de vida que de otra forma me habrían sido ajenas.
Otrora época el más mínimo asomo de insatisfacción hubiese sido motivo para desfallecer, para abandonar la tarea o para refugiarme en mi caparazón. Hoy, cuando la vida me enfrenta a situaciones que destrozan mi alma, puedo levantar mi cabeza y asumir con gallardía mis desasosiegos y tal vez, con entereza inimaginada, sea también capaz de tomar las decisiones que jamás me hubiese adjudicado en otro momento de mi existencia.
Explicar lo que siento es imposible con palabras. Jamás imagine que asumir la decepción como condición relativa a la esencia humana, me costará en este caso renunciar a gran parte de lo que soy. Extraño mucho a la mujer que se perdió en el trasegar de los días de dolor, pero agradezco a Dios por el ser humano que perfeccionó en mí, por su labor de alfarero misericordioso y por la capacidad de lucha que hoy sostengo gracias a su mediación.
En las tinieblas de mi soledad pude reconocer seres maravillosos que fueron mi bastión para continuar, que sostuvieron mi cuerpo mientras mi alma se desmoronaba y que me inyectaron su cariño como fuente de mi inmensa necesidad de fortaleza. Por esos ángeles y por la bondad infinita de tu corazón hoy te doy gracias y me entrego a ti confiada en tu misericordia.
No soy yo quien deba abrogarse la autoridad para juzgar, la vida misma cobrara justicia y redimirá el dolor. La senda por recorrer estará tal vez marcada por la desilusión y la desdicha propias de la lucha diaria, de cualquier forma, asumo la oportunidad que las circunstancias representan, se quién soy, cuales son mis fortalezas y mis necesidades de cambio, he apreciado cuanto valgo y de que soy capaz sin renunciar a mis valores...... lo único que lamento desde las entrañas de mi corazón, es la confianza supina en el género humano, origen repetitivo de mis más profundas decepciones.